Dios estaba tan interesado en la conversión, justicia y salvación de todo cristiano y había determinado todo esto con tanta fidelidad que, antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4), deliberó sobre mi salvación y en su inescrutable propósito ordenó cómo habría de traerme a ella y conservarme en ella.4 El escritor de himnos luteranos, Pablo Gerhardt, ha capturado la maravilla de nuestra elección desde la eternidad en su himno: “Junto al pesebre vil aquí”: Tu amor, Señor, antes de mi nacimiento, Elegiste
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